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Tratamiento láser de las fístulas perianales

La fístula perianal suele aparecer en forma de absceso grande y rojo que provoca un gran dolor precisamente, y como su nombre indica, en la zona alrededor del ano. Suele provocar fiebre y en algunas ocasiones supura líquido que va de rojizo a amarillento.

La fístula perianal puede llegar a desarrollar otras más graves y otros abscesos si no se interviene a tiempo al paciente. Este tipo de dolencias deben ser atajadas para evitar la necesidad de una intervención quirúrgica más complicada.

¿A qué se denomina fístula perianal?
Las fístulas perianales son trayectos epitelizados entre el canal anal y el tejido perianal, es decir, es un trayecto o comunicación recubierto de piel, entre un orificio en la piel que rodea el ano y un orificio dentro del ano.
Dicha comunicación provoca prurito (picor), secreción o supuración crónica de líquido claro y sanguinolento, así como dolor intermitente.
Se clasifican según la relación del trayecto fistuloso con el esfínter anal externo (Parks) o según criterios radiológicos (St James’s University Hospital), aunque lo más habitual es clasificarlas como simples o complejas, en función de si afectan o no al aparato esfinteriano, el número de trayectos y su longitud.

¿Por qué aparecen?
En la mayor parte de los pacientes, casi el 90%, se producen como manifestación tardía de una infección perirrectal (absceso perianal) que finalmente desarrollará la fístula en más del 50% de los casos.
En aproximadamente el 10% restante encontramos múltiples causas: causas obstétricas en relación con el parto; iatrogénico tras procedimientos quirúrgicos a nivel perianal como hemorroidectomías, cirugía del prolapso rectal… Un grupo importante corresponde a la enfermedad inflamatoria intestinal (se estima que en la enfermedad de Crohn hasta en 1/3 de los pacientes desarrollará una fistula). Son también importantes las causas neoplásicas colorrectales, ginecológicas (cáncer de útero, vagina…) especialmente en aquellos casos en los que existe extensión locorregional o en casos asociados a tratamiento radioterápico.

¿Qué tratamientos se usan hoy en día para eliminarlas?
Para el tratamiento de las fístulas se emplean diversos métodos, en función de la complejidad y el grado de afectación del aparato esfinteriano.
El tratamiento ideal de toda fístula es la fistulotomía o puesta a plano del trayecto fistuloso, que presenta las mayores tasas de curación, próximas al 90%. El inconveniente de esta técnica es que sólo puede ser empleada en aquellas fístulas de localización baja que involucran menos de 1/3 del esfínter anal externo, al igual que para aquellas en las que el trayecto tenga una disposición subcutánea (muy superficiales).
Otras técnicas empleadas son la fistulectomía o escisión completa del trayecto fistuloso que puede emplearse para fístulas simples o complejas, si bien su uso está menos extendido.
La colocación de setones consiste en colocar un hilo en el trayecto fistuloso atravesando ambos orificios. Esta técnica permite mantener la fístula permeable con el fin de evitar el acúmulo de secreciones con su posterior sobreinfección, disminuyendo la formación de abscesos. Su ventaja es que puede ser empleada combinada con otras.
El uso de colgajos de avance, así como el uso de diversos materiales sellantes, como células madre, plugs o tapones de un material bioreabsorbible se reserva para pacientes con fístulas perianales complejas, altas o recidivadas. Son técnicas cuyos resultados son muy variables.
Como método más novedoso destacamos el uso de la terapia láser.

¿En qué consiste concretamente la cirugía láser de fístula perianal?
La terapia láser FiLaC® (Fistula-tract Laser Closure®), es una técnica mínimamente invasiva, que pretende eliminar el trayecto de la fístula sin dañar el esfínter y, por tanto, evitar la posible incontinencia.
La técnica se basa en el uso de una fibra láser flexible que se inserta desde el exterior y se coloca en el trayecto marcado previamente con un setón. El tejido se destruye de forma controlada y el trayecto de la fístula se colapsa. Es, por tanto, una técnica en 2 fases. La primera fase consiste en marcar o tutorizar la fístula con un setón, y transcurridas algunas semanas, en una segunda fase se emplea la técnica láser FiLaC®, obteniéndose una tasa de éxito próxima al 80%.

¿En qué casos estaría indicado este procedimiento?
El empleo de las terapias con láser está en continua evolución, por lo que cada vez se emplean para un mayor número de situaciones y patologías.
Actualmente, el uso de la terapia láser para la enfermedad colorrectal benigna, destaca en la enfermedad hemorroidal (terapia HELP y LHP), fístulas perianales (terapia FiLaC), condilomas y sinus pilonidal.
En el caso de las fístulas perianales, aquellas que más se benefician de la terapia láser son las fístulas complejas, sin colecciones asociadas y con un solo trayecto.

¿Cuáles son las ventajas de esta técnica láser?
Como ya hemos comentado, para las fístulas perianales, el uso de la terapia láser FiLaC®, ha supuesto un gran avance.
Por un lado, conseguimos una tasa de éxito próxima al 80%. Lo que supone tasas de curaciones superiores (50-60% para el empleo de sellantes, 60-80% para la fistulectomía…) teniendo en cuenta, que esta técnica se emplea para fístulas más complejas.
Además, al ser una técnica mínimamente invasiva, que causa un daño mínimo al esfínter anal, se reduce el riesgo de incontinencia tras la intervención (pérdida o fuga de gases y/o heces), y el postoperatorio es menos doloroso, consiguiéndose una recuperación más rápida de las actividades socio-laborales.

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