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Azúcar y los daños asociados a su consumo

Es necesario controlar la cantidad de azúcar que se ingiere.

El consumo excesivo de azúcar se ha convertido en un problema de salud pública global. A pesar de ser un ingrediente común en la mayoría de los alimentos procesados, su relación con enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2, la obesidad y el síndrome metabólico es cada vez más evidente. Comprender cómo el azúcar afecta al organismo es clave para adoptar hábitos más saludables y prevenir enfermedades crónicas no transmisibles.

¿Qué es el azúcar y por qué es tan adictiva?

El azúcar, químicamente conocida como sacarosa, es un carbohidrato simple que proporciona energía rápida al organismo. Sin embargo, cuando se consume en exceso, estimula el sistema de recompensa del cerebro de forma similar a ciertas drogas adictivas. Esto genera un círculo vicioso de antojos, aumentando la ingesta diaria sin que el consumidor sea plenamente consciente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de azúcares añadidos no supere el 10 % de la ingesta calórica total, e idealmente debería reducirse a menos del 5 % para obtener beneficios adicionales para la salud.

Impacto del azúcar en el metabolismo

Cuando ingerimos alimentos ricos en azúcar, los niveles de glucosa en sangre aumentan rápidamente. Esto provoca que el páncreas libere insulina, una hormona que permite que la glucosa entre a las células para ser utilizada como energía. Con el tiempo, un consumo excesivo y constante de azúcar puede llevar a:

  • Resistencia a la insulina: las células dejan de responder adecuadamente a la insulina, obligando al cuerpo a producir más.
  • Hiperinsulinemia crónica: niveles persistentemente altos de insulina, lo que favorece el almacenamiento de grasa.
  • Alteraciones en el apetito: la insulina elevada interfiere con la leptina, hormona encargada de la saciedad.

Estas alteraciones son factores clave en el desarrollo de enfermedades metabólicas.

Azúcar y obesidad: una relación directa

La obesidad es una de las principales consecuencias del consumo excesivo de azúcares añadidos, especialmente a través de bebidas azucaradas como refrescos, jugos procesados y bebidas energéticas. A diferencia de otros alimentos, el azúcar líquido no genera sensación de saciedad, lo que lleva a un exceso calórico sin que la persona se sienta “llena”.

Además, el exceso de fructosa —presente en jarabes como el jarabe de maíz de alta fructosa— se metaboliza principalmente en el hígado. Este proceso favorece la lipogénesis de novo, es decir, la producción de grasa hepática, contribuyendo al desarrollo de hígado graso no alcohólico, un problema en aumento a nivel mundial.

Diabetes tipo 2: cuando el azúcar pasa factura

La diabetes tipo 2 es una de las enfermedades metabólicas más comunes y directamente relacionadas con la dieta. Estudios científicos han demostrado que cada incremento en el consumo de bebidas azucaradas se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diabetes.

El exceso de azúcar sobrecarga el páncreas, deteriora la función de las células beta (productoras de insulina) y conduce a hiperglucemia crónica. Sin intervención temprana, esta condición puede generar complicaciones cardiovasculares, renales y neurológicas.

El azúcar también afecta al corazón

Aunque muchas personas asocian el azúcar únicamente con la diabetes y la obesidad, también desempeña un papel importante en la enfermedad cardiovascular. Un consumo elevado se relaciona con:

  • Aumento de triglicéridos.
  • Disminución del colesterol HDL (“colesterol bueno”).
  • Incremento de la presión arterial.
  • Inflamación crónica de bajo grado.

Estos factores combinados elevan significativamente el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

Estrategias para reducir el consumo de azúcar

Reducir el consumo de azúcar no significa eliminar completamente el placer de comer, sino aprender a elegir mejor. Algunas recomendaciones prácticas incluyen:

  • Leer etiquetas y evitar productos con “jarabe de maíz de alta fructosa” o “azúcar invertido”.
  • Sustituir bebidas azucaradas por agua, infusiones naturales o agua con frutas frescas.
  • Incrementar el consumo de frutas enteras, ya que contienen fibra que modula la absorción de azúcar.
  • Cocinar en casa para tener mayor control sobre los ingredientes.
  • Disminuir paulatinamente la cantidad de azúcar añadida en el café, postres o cereales.

Menos azúcar, más salud

El exceso de azúcar no es un simple hábito alimenticio: es un factor determinante en el aumento de enfermedades metabólicas a nivel mundial. Adoptar una dieta baja en azúcares añadidos, acompañada de actividad física regular, puede reducir drásticamente el riesgo de padecer obesidad, diabetes tipo 2, hígado graso y enfermedades cardiovasculares.

Reducir el azúcar no se trata de una moda pasajera, sino de una estrategia de salud pública esencial para mejorar la calidad y la esperanza de vida.

 

 

Medicina Interna

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