¿Cómo afecta el otoño a nivel físico?
 
		Con la llegada del otoño, la naturaleza comienza a transformarse: las hojas cambian de color, la temperatura desciende y los días se acortan. Estos cambios también afectan a nuestro cuerpo y mente. El organismo, sensible a las variaciones ambientales, responde de diferentes maneras ante la reducción de horas de luz, la menor exposición solar y el aire más seco.
Durante esta época es común notar una mayor caída del cabello, un aumento de las ganas de dormir, descamación de la piel o incluso alteraciones en el estado de ánimo. Comprender por qué ocurren estos cambios y cómo contrarrestarlos de manera natural es fundamental para mantener el equilibrio y el bienestar a lo largo de la estación.
La caída del cabello en otoño
Una de las manifestaciones más frecuentes del cambio de estación es la caída del cabello. Aunque puede generar preocupación, se trata de un proceso natural que suele durar entre cuatro y seis semanas. Durante el verano, el crecimiento capilar se acelera debido a la exposición solar y a una mayor irrigación sanguínea. En otoño, el cuerpo entra en una fase de renovación, y muchos folículos capilares completan su ciclo, dando lugar a una pérdida temporal de cabello.
Las causas principales son el cambio hormonal provocado por la reducción de la luz solar, el estrés postvacacional y la falta de ciertos nutrientes como el hierro, el zinc y la biotina. Además, el aire más seco y los cambios de temperatura pueden debilitar la fibra capilar.
Para contrarrestar este proceso, se recomienda realizar masajes capilares con aceites esenciales, especialmente de romero o lavanda, que estimulan la circulación del cuero cabelludo. También es aconsejable usar champús suaves, libres de sulfatos, y reducir el uso excesivo del secador o la plancha. En la alimentación, conviene incluir alimentos ricos en ácidos grasos esenciales, proteínas y vitaminas del grupo B, como el pescado azul, los frutos secos y el aguacate.
Cuando la caída es intensa o prolongada, lo más prudente es consultar con un dermatólogo o tricólogo para descartar otras causas.
El incremento de las ganas de dormir
El otoño se caracteriza por días más cortos y noches más largas. Esta disminución de luz solar altera los ritmos circadianos del organismo, responsables de regular el sueño y la vigilia. Al recibir menos luz natural, el cuerpo produce mayor cantidad de melatonina, la hormona del sueño, y menor cantidad de serotonina, asociada al bienestar y la energía. Como resultado, muchas personas experimentan una sensación de somnolencia constante y cierta falta de motivación.
Para equilibrar este efecto, es importante mantener una rutina de descanso regular. Acostarse y levantarse a la misma hora ayuda al organismo a estabilizar su reloj biológico. Además, exponerse a la luz natural durante el día, aunque sea por breves periodos, mejora el estado de ánimo y la vitalidad.
También puede resultar beneficioso reducir el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir, ya que la luz azul de las pantallas interfiere en la producción de melatonina. En su lugar, se pueden incorporar hábitos relajantes como leer, practicar respiración consciente o tomar infusiones naturales de valeriana o tila.
Una dieta rica en alimentos que contengan triptófano, como el plátano, la avena o el pavo, también favorece la producción de serotonina, ayudando a mantener un equilibrio emocional más estable durante esta estación.
La descamación y sequedad de la piel
Otro cambio frecuente en otoño es la alteración del equilibrio de la piel. El aire seco, el viento y las variaciones de temperatura contribuyen a la pérdida de humedad cutánea, provocando tirantez, picor o descamación. Las zonas más afectadas suelen ser el rostro, las manos y los labios, donde la piel es más sensible.
Para evitar estos efectos, es fundamental reforzar la hidratación, tanto externa como interna. Beber suficiente agua a lo largo del día ayuda a mantener la piel flexible y nutrida. En cuanto al cuidado tópico, conviene utilizar cremas o lociones con ingredientes humectantes como el ácido hialurónico, la manteca de karité o el aceite de argán.
También se recomienda reducir la frecuencia de exfoliaciones y evitar los jabones agresivos o con alto contenido en alcohol. Las duchas con agua muy caliente pueden empeorar la sequedad, por lo que es preferible usar agua templada. En los labios, el uso de bálsamos naturales y la aplicación regular de aceites vegetales ayudan a prevenir la formación de grietas.
Además, es importante no descuidar la protección solar. Aunque el sol de otoño parece más débil, los rayos ultravioleta siguen presentes y pueden dañar la piel si no se protege adecuadamente.
Cambios emocionales y ánimo otoñal
El descenso de la luz solar no solo afecta al cuerpo, sino también al estado de ánimo. Muchas personas experimentan lo que se conoce como “trastorno afectivo estacional”, una leve depresión o sensación de apatía que aparece durante los meses de menor luminosidad. Este fenómeno se debe, en parte, a la disminución de serotonina y vitamina D, que influyen directamente en la regulación del humor.
Para sobrellevarlo, es recomendable realizar actividades al aire libre siempre que sea posible. El ejercicio físico regular, además de mejorar la circulación y fortalecer el sistema inmunitario, estimula la liberación de endorfinas, hormonas vinculadas al bienestar.
La alimentación también desempeña un papel importante: incluir frutas y verduras frescas, legumbres y alimentos ricos en omega 3 ayuda a mantener un buen estado de ánimo. Los cítricos, el kiwi y las verduras de hoja verde aportan vitamina C y antioxidantes que fortalecen las defensas y aportan energía.
Algunas personas también recurren a la luminoterapia o al uso de lámparas de luz blanca, especialmente en lugares con poca luz natural, para compensar el déficit de exposición solar.
Adaptarse al otoño con conciencia y equilibrio
El otoño no debe verse como una estación negativa, sino como una oportunidad para reconectar con uno mismo y fortalecer el organismo. Los cambios físicos y emocionales que acompañan a esta época son señales del cuerpo que invitan al descanso, la renovación y el autocuidado.
Prestar atención a la caída del cabello, la piel reseca o la somnolencia no sólo permite prevenir molestias, sino también adoptar hábitos más saludables. Con una alimentación equilibrada, una buena hidratación, descanso adecuado y el uso de remedios naturales, es posible atravesar el otoño con energía y bienestar.
 
			 
			