¿Se pueden prevenir las alergias alimentarias?
Las alergias alimentarias son una preocupación creciente en la población pediátrica y adulta. Se estima que entre un 6 y un 8 % de los niños y alrededor del 3 % de los adultos presentan algún tipo de reacción alérgica a los alimentos. Este incremento constante ha generado un interés significativo en comprender no solo sus causas, sino también las estrategias más efectivas para prevenirlas. En este artículo, analizaremos la evidencia científica más actual sobre la prevención de las alergias alimentarias, los factores de riesgo y las recomendaciones médicas más relevantes.
¿Qué es una alergia alimentaria?
Una alergia alimentaria es una respuesta exagerada del sistema inmunológico ante una proteína alimentaria que, en circunstancias normales, debería ser inocua. Cuando el organismo identifica erróneamente una sustancia como peligrosa, se produce una reacción alérgica mediada generalmente por inmunoglobulina E (IgE). Los síntomas pueden variar desde leves, como urticaria o picazón, hasta severos, como dificultad respiratoria o anafilaxia.
Los alimentos más frecuentemente implicados son la leche de vaca, el huevo, el maní, las nueces, el pescado, los mariscos, el trigo y la soja. En la infancia, las alergias a la leche y al huevo son las más comunes, mientras que en adultos predominan las asociadas a mariscos y frutos secos.
Causas y factores de riesgo
El desarrollo de alergias alimentarias depende de una compleja interacción entre factores genéticos, ambientales y del estilo de vida. Entre los más relevantes se encuentran:
- Predisposición genética: los niños con antecedentes familiares de alergias, asma o dermatitis atópica tienen mayor riesgo.
- Exposición temprana o tardía a ciertos alimentos: la introducción inadecuada de alimentos alergénicos puede influir en la tolerancia inmunológica.
- Alteraciones en la microbiota intestinal: un desequilibrio en las bacterias intestinales podría favorecer respuestas alérgicas.
- Uso excesivo de antibióticos o cesáreas: estas prácticas pueden alterar el desarrollo del sistema inmunológico y la microbiota.
- Factores ambientales: la contaminación, el estilo de vida urbano y la falta de exposición a microorganismos naturales pueden reducir la tolerancia inmunológica.
La importancia de la introducción temprana de alimentos
Durante años se aconsejó retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos en la dieta infantil, especialmente en niños con antecedentes familiares de alergia. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que esta práctica puede aumentar el riesgo en lugar de reducirlo.
El estudio LEAP (Learning Early About Peanut Allergy), publicado en The New England Journal of Medicine, marcó un punto de inflexión. En él se observó que los niños que consumieron maní de forma temprana (entre los 4 y 11 meses de edad) tuvieron una reducción de más del 80 % en el riesgo de desarrollar alergia a este alimento, en comparación con aquellos que lo evitaron.
A partir de estos hallazgos, las principales guías internacionales —como las de la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN)— recomiendan introducir alimentos alergénicos entre los 4 y 6 meses de edad, siempre bajo supervisión médica y dentro del contexto de una dieta variada.
Lactancia materna y prevención
La lactancia materna continúa siendo una herramienta clave para la salud inmunológica del lactante. Aunque los estudios sobre su papel específico en la prevención de alergias alimentarias ofrecen resultados mixtos, se ha comprobado que la leche materna aporta factores inmunomoduladores y prebióticos naturales que favorecen el desarrollo de una microbiota intestinal saludable.
Las recomendaciones actuales sugieren mantener la lactancia materna exclusiva durante los primeros 4 a 6 meses y continuarla, junto con la introducción progresiva de otros alimentos, hasta por lo menos el primer año de vida.
Microbiota intestinal y probióticos
El intestino cumple un papel fundamental en la maduración del sistema inmunológico. Una microbiota diversa y equilibrada puede ayudar a generar tolerancia frente a los alimentos. Por esta razón, se están investigando estrategias basadas en probióticos, prebióticos y simbióticos como complemento en la prevención de alergias.
Aunque aún no existe un consenso definitivo, algunos estudios muestran que cepas de Lactobacillus rhamnosus y Bifidobacterium podrían reducir el riesgo de dermatitis atópica y sensibilización alérgica cuando se administran durante el embarazo y los primeros meses de vida.
Otros factores protectores y recomendaciones generales
Además de la introducción temprana de alimentos y el mantenimiento de la lactancia materna, existen otros factores que podrían contribuir a reducir el riesgo de alergias alimentarias:
- Evitar el uso innecesario de antibióticos en los primeros años de vida.
- Promover el parto vaginal siempre que sea posible.
- Fomentar la exposición a entornos naturales, evitando una higiene excesiva que limite el contacto con microorganismos beneficiosos.
- Mantener una dieta materna variada durante el embarazo y la lactancia, salvo que exista una indicación médica específica para restringir alimentos.
Por tanto, las alergias alimentarias representan un desafío creciente para la salud pública, pero la evidencia científica actual demuestra que sí es posible reducir su incidencia mediante estrategias preventivas adecuadas. La introducción temprana de alimentos alergénicos, la lactancia materna, el cuidado de la microbiota intestinal y un estilo de vida equilibrado son pilares fundamentales en la promoción de la tolerancia inmunológica.
El abordaje preventivo debe ser siempre individualizado y guiado por profesionales de la salud. La educación de los padres, la colaboración entre pediatras, alergólogos y nutricionistas, y la difusión de información basada en evidencia son esenciales para enfrentar con éxito este problema en aumento.
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