¿Puede la lengua advertirnos sobre nuestro estado de salud?
La lengua puede advertirnos sobre nuestro estado de salud de múltiples formas que posiblemente no conozcas aún. Pero, además de este músculo, la boca cuenta con otros elementos muy importantes a la hora de conocer el estado general de la persona.
Entre otras cosas, la morfología, el color y el olor de la lengua nos pueden ayudar a detectar una amplia variedad de patologías y a alertar acerca del déficit de vitaminas y minerales fundamentales para el buen estado del organismo.
La lengua puede advertirnos sobre nuestro estado de salud
La morfología, la coloración, la textura e incluso el olor y la apariencia de la lengua no tienen por qué ser semejantes en todas las personas, y si estas pequeñas variaciones se sitúan dentro de lo que se denomina comúnmente como normalidad no habrá motivos para la preocupación. Pero, ¿qué ocurre si se detectan ciertos cambios importantes en la lengua? Habrá que prestar atención ya que multitud de estas variaciones podrían estar alertándonos de una patología o de un déficit de vitaminas.
- Capa blanquecina o amarillenta sobre la lengua
Una película blanquecina o amarillenta sobre la superficie de la lengua es sinónimo de falta de higiene en la mayoría de las ocasiones. Esa capa está compuesta por bacterias, restos de alimentos o incluso células descamativas cuyo principal inconveniente es la tan temida halitosis. Un buen cepillado incluyendo la lengua será, en principio, suficiente para eliminar esta suciedad que provoca el mal olor oral. En caso de que no desaparezca con la limpieza dental lo mejor es acudir a tu odontólogo.
- Decoloración de la lengua
Si tu lengua está blanca y seca puede que necesites hidratarte mejor y más a menudo. Pero también puede deberse a un déficit de vitamina o carencia de hierro.
- Grietas en la lengua
Si padeces grietas en cualquier parte de la lengua no debes preocuparte en demasía ya que no son dolorosas ni suelen alertar acerca de ninguna enfermedad severa. Eso sí, lo mejor es atajarlas cuanto antes y mejorar la higiene bucal para evitar que esas heridas se conviertan en infección.
- Lengua enrojecida o con bultos
Si sufres estos cambios en tu lengua habría que barajar que estás padeciendo escarlatina, una patología bacteriana que se caracteriza por la aparición de un sarpullido rojo que aparece por la piel y que produce fiebre y faringitis.
- Lengua negra y peluda
Es quizás el cambio más alarmante y menos estético de todos los que puede sufrir la lengua, sin embargo, no el más grave. La lengua peluda se desencadena por un crecimiento anormal de las papilas gustativas y puede venir provocada por diversos factores como el consumo de alcohol o tabaco, el efecto adverso de ciertos fármacos o la simple falta de higiene oral. Sería necesario descartar que este trastorno venga producido a consecuencia del hongo Cándida.
- Presencia de heridas o aftas bucales
Una gran parte de la población mundial sufre el martirio de las dolorosas aftas bucales o llagas, que aparecen por múltiples causas, entre las que destacan: la falta de vitaminas, estados de estrés, alergias, rozaduras o incluso herpes. No suelen revestir gravedad, sin embargo, si aparecen de forma periódica e insistente lo mejor es acudir al odontólogo.
¿Cómo es una lengua sana?
Es importante, para apreciar las posibles variaciones, tener muy claro cómo debe ser una lengua que está sana. Normalmente este músculo presenta un color rosado, y posee pequeños nódulos, tanto en la parte superior como en la inferior, las conocidas como papilas gustativas. No debe, por tanto, presentar ni manchas, ni grietas, ni colores blanquecinos u oscuros, ni úlceras ni tampoco marcas.
¿Cómo mantengo sana mi lengua?
A la hora de llevar a cabo nuestra rutina de higiene bucal es fundamental no dejarnos atrás la lengua. Es recomendable el uso de un raspador lingual, un instrumento que nos permitirá eliminar los restos de comida acumulados y otros residuos que son el ecosistema perfecto para la proliferación de bacterias y otros gérmenes que producirán daños y enfermedades fácilmente evitables con un raspado desde dentro hacia afuera.